El Valdecasillas y el Valdeinfierno pierden su nombre, desde el momento en que se unen, para pasar a tomar uno más grandioso e importante: el río Real, que se dirigirá hacia el norte buscando tragarse las aguas del Guarnón, provenientes del mismo Corral del Veleta, y con ellas el nombre de río Genil que le acompañará hasta su desembocadura. A partir de aquí toma su definitivo rumbo, ya que tuerce hacia el oeste, llevando a su izquierda la Vereda de la Estrella, justo en el momento en que, por su derecha, desde las inmediaciones del Cuervo, le llega el Arroyo del Vadillo.
Desde aquí y hasta llegar a Güejar Sierra, aparte de otros arroyos menos importantes, recibirá el río Genil los aportes del río San Juan y el Maitena. El San Juan, que le llega por su izquierda, ha nacido en la cara oeste del Veleta, por encima de la Hoya de la Mora, separado del Guarnón por la Loma del San Juan y se despeña, encañonado, entre ésta y los Peñones de San Francisco. El Maitena, que desemboca en el Genil, por su derecha, en la antigua estación del tranvía del mismo nombre, hoy convertida en restaurante, lo hace de una forma más calmada, ya que los cauces son más amplios. Tras regar las tierras altas de Güejar y alimentar la Central Eléctrica del Castillo, el río comienza a remansarse fruto del primer obstáculo artificial que encuentra en su camino. Hablamos, por supuesto, del Pantano de Canales.
Desde ahí el Genil parece menos natural, a veces casi fantasma, como cuando se acerca a la antigua central eléctrica abandonada, con el solo encanto de su discurrir por el pueblo de Pinos Genil, en el que casas y agua se funden en un precioso conjunto que remata el paso del río bajo el Puente de la Duquesa. Tras acoger al Aguas Blancas se encamina hacia Granada, donde le esperan Darro, Monachil y Dilar. ¡El Guadalquivir queda lejos!