La puerta de San Torcuato es un gran arco de medio punto inscrito en un paño de mampostería encalado, que se cubre por un tejado a cuatro aguas, cobijando en su interior un oratorio.
El monumento es obra del siglo XVI y debió sustituir una puerta medieval, ya que por aquí pasaría un segundo recinto amurallado que envolvía al primitivo de la medina. En 1593 entraron por ella las supuestas reliquias de San Torcuato procedentes de Celanova, tomando desde entonces el nombre del Santo, ya que antes se conocía como puerta de Bazamarín.
En época cristiana sirvió para enfatizar los poderes de la ciudad, pues, como se ha dicho, por ella entraban las grandes dignidades cuando tomaban posesión de sus cargos, legitimados por el solitario escudo imperial que se sobrepone sobre el arco. También tuvo funciones conmemorativas, como se ve por las dos cartelas alusivas a hechos históricos de la ciudad.
En la puerta y sus aledaños se instaló en la época musulmana un zoco y hasta los años setenta del siglo pasado fue una zona de fonduchas, tenderetes, talabarterías…, donde las gentes de la comarca departían dentro de un ambiente sumamente pintoresco. Hoy la zona es antesala del parque Pedro Antonio de Alarcón y conserva algo de ese sabor castizo, centrado en quioscos y bares.
Cruzando la puerta se abre el barrio de San Torcuato, que llega hasta los cierres de la Plaza de la Palomas. Fue una zona que ardió en la Guerra Civil y sus sucesiva remodelaciones no han respetado el enjambre de calles y adarves que conformaban su configuración primitiva.