Piedras de reyes y villanos. Al lado, tocando las piedras, o desde la lejanía, las murallas de Granada no dejan indiferente a nadie. Obras de arte con siglos de historia y decenas de avatares que rodearon Granada en la época zirí y nazarí y la protegieron. De cerca se ven más las imperfecciones actuales que desde lejos; urge recuperar y proteger este conjunto histórico medieval cuyo conocimiento hay que difundir y apoyar.
La estampa que se puede observar de este conjunto arquitectónico asomados a algunos de los ventanales del palacio de Dar-Al- Horra, al Carmen de los Mártires, la Abadía del Sacromonte, los miradores del Albaicín -por mencionar algunos puntos estratégicos- es inolvidable. Un viaje a una época histórica en la que lo habitual era dar el alto y seña a los viajeros y rodearse de grandes muros y puertas de entrada para protegerse de la guerra y el saqueo. Ahora aquellas piedras de reyes, héroes y villanos se han convertido en monumentos, en historia algunas porque se ha perdido parte de la construcción y en maravilla.
Siguen siendo piedras de reyes, héroes y algún villano. Mayores y pequeños no pueden evitar volver la cabeza al pasar por algunos de estos lugares enclavados en su mayoría en el barrio antiguo, el Albaicín. Desde entonces la ciudad ha crecido mucho.
Se conservan numerosos vestigios del recinto fortificado que rodeó, abrazó y guardó Granada. Grandes muros de mampostería reforzados con piedra y ladrillo, y algunas puertas integradas ahora en la capital. Ya no son las puertas de entrada. Muchos de estos restos pertenecen al periodo zirí del siglo XI, época de “abundancia” y la nazarí. Entre estos restos aparecen también torres y puertas de acceso a la ciudad, como la de Monaita, la de las Pesas y el postigo de San Lorenzo.
De esta época es Puerta de Elvira, un referente para los granadinos y los turistas. ¿Quién no recuerda su color rojizo?. Cuenta la historia que su construcción en el siglo XI fue el resultado de una de las ampliaciones hacia el llano de la muralla en época zirí, siendo remodelada más tarde en época almohade. En la actualidad sólo se conserva el gran arco exterior, coronado por almenas, ya que sus piedras se utilizaron para la construcción del Monasterio de San Jerónimo. El espacio que se ve actualmente data, probablemente, del siglo XIV, según información del patronato de Turismo.
De ese mismo siglo -XI- es la puerta de Monaita o de las Heras, era conocida por los árabes como Bab al-Uaydar. Fue construida para acceder a la alcazaba vieja. Dos arcos de herradura sirven de entrada al patio que da paso en ángulo a la ciudadela.
Otra puerta referente fue la de los Tableros. Cercana al Bañuelo, se aprecian los restos de una torre con el arranque de un arco. Construido con pequeños sillares, presenta ranuras verticales para los rastrillos y compuertas con las que se cerraba el cauce del río. Por su estructura y ornamentación se considera obra del mismo siglo XI. Cumplía funciones defensivas y de gestión del agua. Esta puerta está cerca del río Darro, en la Carrera del Darro, un lugar muy emblemático.
En la segunda mitad del siglo XIV se levantó la muralla que defendía los barrios situados en el Cerro de San Cristóbal, el Albaicín y la Albayda. Iba desde la puerta de Guadix, pasaba por San Miguel Alto, continuando por la puerta de Fajalauza y por el postigo de San Lorenzo hasta llegar a la Puerta de Elvira. En 1983 se redescubrió el postigo de San Lorenzo o Puerta del Albaicín, que había permanecido enterrado en escombros.
En este caso si se puede decir tranquilamente aquello de: ¡Si las piedras hablaran! Tendrían mucho que decir de la época en que se construyeron las murallas -anécdotas, encuentros amorosos, furtivos…- y seguro que también mucho -y no bueno- sobre los enfrentamientos y el mal cuidado que han sufrido -y sufren- durante años.