Si Pórtugos no tuviera la Fuente Agria habría que inventarla. Así pudiera parecer al comprobar cómo muchos visitantes de la Alpujarra pasan de largo por este pueblo y se detienen, en cambio, un kilómetro más adelante en su famoso manantial de aguas ferruginosas. De las virtudes del manantial se ha hablado mucho y casi todos las han comprobado y siguen bebiendo ese agua picante.
En 1792, por ejemplo, informaba el capellán Antonio Pérez Barquero al cuestionario que el geógrafo Tomás López envió a los curas de la provincia: “Esta prodigiosa fuente sale del cóncavo de una piedra y al pie de la ermita, aparece desde su manantial clara como el cristal… deja un sarro a toba bermeja,… Su sabor es agrio, herrumbroso… sus virtudes son prodigiosas como se ha experimentado repetidamente. .. Son importante auxilio para los melancólicos, hipocondríacos y escorbúticos.”
La fuente agria, nacimiento de aguas ferruginosas ricas en dióxido de carbono y óxido de hierro, magnesio, cal y sílice, se encuentra al lado de la ermita de la Virgen de las Angustias. La gente acude con sus botellas a probar el agua y a constatar que el sabor aumenta o disminuye según el caño elegido. La definitiva puesta en valor de este paraje natural, con espléndidos castaños, tuvo lugar en 1972 con la urbanización de la zona. Sin embargo, posteriores obras en la cascada del Chorrerón han sido más desafortunadas y han roto la belleza del lugar con un exceso de cemento innecesario. Con todo, hay que bajar los 67 escalones para conocer la cascada -se trata del agua de la fuente agria que, por debajo de la carretera, aflora en este lugar- cuya continua caída impregna todo de un naranja intenso. ¡Así que cuidado con los pantalones y, si es otoño, cojan castañas!