Todos sabemos de la importancia que hoy tiene el agua y la que históricamente ha tenido para el desarrollo de las diferentes civilizaciones. En algunas de ellas, concretamente la musulmana, por razones culturales y religiosas, aún más.
Si la Alhambra y la medina se surtían de aguas del Darro y los cultivos estaban asegurados gracias al Genil, era preciso abastecer un barrio alto que además era el más importante de la ciudad ya que, en una primera época, acoge la sede real: nos estamos refiriendo al Albayzín y a la Fuente Grande de Alfacar.
Fuente Grande
Es durante el reinado zirí, uno de los reinos taifas surgidos tras la desintegración del Califato, cuando, el último de sus monarcas, Abd Allah Ibn Buluggin, ordena construir una acequia para abastecer de agua a la Alcasba Cadima (Alcazaba Antigua) donde se hallaba el núcleo de población más importante de la Granada zirí.
Dicha acequia tomaría el agua de una fuente situada en la parte alta de Alfacar, en un precioso paraje al pie de la Sierra de la Alfaguara. Es la Fuente Grande o Fuente de las Lágrimas, llamada así, bien por su forma, bien porque el agua brota de ella “lágrima a lágrima”. Lo que si es cierto es que la obra que rodea la fuente, de mampostería, sillares y ladrillo, presenta una forma geométrica que se asemeja a una gota de agua de gran tamaño. Allí, el agua, tras atravesar rocas porosas y capas de arena, brota limpia, cual hubiera sido depurada.
Bermúdez de Pedraza (1.608) la describe así: Esta fuente está al pie de la Sierra de Cogollos, cércanla tres robles grandes, que aunque el circuito de la fuente es grandísimo, lo abrazan todo; por lo cual goza todo el verano de perpetua sombra y aire suave y delicioso, es en forma redonda y tan grande como un buen patio; no nace en forma de caño, sino toda la capacidad de su sitio mana hacia arriba.