El Mediterráneo saluda desde los lejos lo mismo que la vega y las montañas. Los grandes muros del castillo, antaño levantados para defender la villa, dejan a los más pequeños con la boca abierta, y a los adultos casi igual cuando se asoman a algunas de las torres y ventanales de la fortaleza medieval. Salobreña estaba a salvo. Utilizado como lugar de defensa, por eso surgió, y de descanso posteriormente, está considerado como uno de los mejor conservados de la Costa Tropical.
Desde el castillo se contempla toda Salobreña. Costa, sierras, huertas, el peñón y el casco urbano, por supuesto. El barrio del Albaycín y el del Brocal, por supuesto, compuestos de callejuelas estrechas y de referencias arquitectónicas e históricas fueron candidantos junto al castillo como una de las siete maravillas de la provincia.
Pasear por esas estrechas callejuelas, tanto subiendo para llegar al castillo, como bajando para refrescarse con el agua de la playa, descubre hermosas panorámicas. Casi de cuento las de alrededor del castillo donde se extendía la medina, la ciudad, que tuvo tres barrios: el del Albaycín, situado entre la fortaleza y torreón de la actual biblioteca; el de la Villa, ocupando el sector norte, junto al castillo; y el del Brocal, al norte del anterior. Calles en la actualidad en las que se encuentran referencias culturales como el museo histórico “Villa de Salobreña”, incluso la antigua cárcel, pasillos y laberintos, casas encaladas, portones, ventanucos o pasadizos y bóvedas. Sin que falten tampoco las flores. Llama la atención, por ejemplo, las que hay en la calle de acceso al castillo. Un auténtico entramado.
Lugar en la actualidad de celebración de diferentes actividades -incluso se organizan en verano cenas medievales- y de peregrinaje de turistas, se tienen referencias del castillo de Salobreña desde el siglo X. Los documentos árabes informan de la existencia de una fortaleza en el lugar, pero no hay muchos datos en torno a sus dependencias. Durante diez siglos, dicen los historiadores, que esta fortaleza ha sido objeto de continuas transformaciones.
Mezcla árabe y cristiana
El castillo salobreño, cuántos secretos albergan sus paredes y viejas piedras, es de planta trapezoidal y está formado por tres recintos. El interior de planta triangular, que se corresponde con la alcazaba o alcázar nazarí, está jalonado por cuatro torres: la torre del Homenaje, la torre Nueva, la torre del Polvorín y la torre Vieja. Con unas vistas más que espectaculares.
Los otros dos son estrictamente defensivos y fueron construidos por los cristianos a finales del siglo XV. De ellos, uno defiende el frente este y sudeste, y otro el frente norte. En estas estancias se encuentra la torre de acceso y la barrera exterior, flanqueada por dos torres más, El Cubo (de planta elíptica) y La Batería (de planta pentagonal). Finalmente hay que hacer referencia, según los historiadores a la Coracha, que hace alusión a un sistema defensivo que protege una toma de agua y que presenta en sus extremos la Torre del Agua y la Torre de la Coracha o el Baluarte. Su recorrido, por donde se puede, es más que recomendable. Desde todas estas torres se adivinan todos los puntos referenciales de Salobreña: su playa, ya comentada, huertas, la iglesia del Rosario o el museo histórico, entre otros.
Fue construido y creado como fortaleza defensiva, durante el periodo nazarí el recinto acogió, además, un palacio real que también sería utilizado como prisión real. Según algunas crónicas, varios fueron los monarcas que padecieron prisión entre sus muros: Yusuf III, Muhammad VIII el Pequeño, Muhammad IX el Zurdo, Abu Nasr Sad y Muley Hacén. Dependencias señaladas ahora por algunos historiadores.
La historia también recuerda que tras la entrega de Salobreña a las tropas cristianas en diciembre de 1489, Francisco Ramírez de Madrid, en premio por la conquista de Salobreña es nombrado por los Reyes Católicos alcaide de la fortaleza de Salobreña. Así el castillo conservó su importancia militar hasta el siglo XVIII. Después el recorrido fue a la inversa, hacia la ruina y el abandono. Ya no era útil, aún así está considerado, como se ha indicado, de los mejor conservado de la costa granadina. El casco urbano que lo rodea hay que seguir cuidándolo.
Se conoce la existencia de una fortificación en Salobreña desde el siglo X. Aunque la distribución corresponde a la construcción que se levantó en época nazarí, el castillo árabe es el resultado del aporte de la arquitectura musulmana y cristiana. Dispone de tres recintos: el interior se corresponde en su disposición con el antiguo alcázar nazarí; los otros dos, con una función defensiva, son una ampliación castellana.