El Castillo de Íllora data del periodo califal (siglos IX-X), aunque posteriormente ha sufrido grandes modificaciones y ampliaciones. Su situación es plenamente estratégica, en el lugar más elevado del gran peñón que domina el pueblo. La importancia de su fortificación y su ubicación geográfica le llevaron a ser considerado el “ojo derecho” del reino nazarí de Granada, permanentemente en conexión a través de una red de torres con los castillos de Moclín y Montefrío. Esta red de inteligencia transmitía todo la información militar sobre los movimientos de las tropas cristianas en la región, permitiendo una comunicación rápida con la capital nazarí. Esta estructurado en tres recintos: la villa, la alcazaba y el arrabal. El primer recinto esta situado en la parte nororiental, guarnecido por la muralla del segundo recinto. Su rasgo más destacable es la puerta de entrada, con cimientos de época califal, que sufrirá distintas intervenciones desde el siglo XI hasta el XVI, pasando de ser un sencillo arco de herradura apuntado de ladrillo a la actual puerta en recodo de época nazarí. La alcazaba, con un papel defensivo y militar, ocupa la zona más elevada del peñón. Su planta es alargada y trapezoidal, con dos aljibes aún conservados en su centro, y está delimitada por una muralla con cinco torres. De los elementos que aún quedan en pie podemos destacar el lienzo norte, que es el único que conserva su adarve y almenado. En su extremo norte todavía se conserva una torre de tapial. Por último, el arrabal ocupa la vertiente suroeste con una planta casi triangular, conservando un lienzo con tres torres semicirculares, macizas y de dos cuerpos. Además de jugar un importante papel estratégico y militar en el reino nazarí, el Castillo fue testigo de importantes sucesos en la vida política de la época, siendo escenario de importantes intrigas de la corte. Entre sus muros nombraron los nobles Abencerrajes Sultán a Abú Hassan Alí, posteriormente destronado por Yusuf V, y el alcaide de Íllora jugó un papel decisivo en la destitución de Muhammad VIII y la posterior detención de su visir.