El Camino del Avellano es el nombre con el que se conoce uno de los paseos más arraigados en la tradición local. Tiene su inicio en el paseo del Rey Chico, y tras subir una pequeña cuesta, discurre sereno por la margen izquierda del Darro hasta llegar a la fuente que le da nombre.
Esta se ha formalizado sobre un edículo, al que se adosa un pilar de mármol de sierra Elvira. Ante él se abre una placeta con bancos para el descanso, todo en un marco de frondosos árboles en los que revolotean pájaros y bajo los cuales se intuye la corriente del río que nos deleita con su rumor.
Otras fuentes, la de la Salud y la Agrilla, hoy irreconocibles por el expolio sufrido, jalonaban el paseo.
La belleza y salubridad del recorrido ha hecho que sea uno de los parajes más recreados por la literatura. Musulmanes como Ibn Battuta, italianos del Renacimiento como Navagiero, clásicos granadinos como Echeverría, románticos como Chateaubriand o Martínez de la Rosa, e incluso políticos con Pi y Margall nos han dejado elocuentes testimonios de su paso por el Avellano.