La ruta de la caña

 La caña de azúcar dinamizó durante décadas la economía de la provincia de Granada. Aunque hoy es un cultivo que está siendo desmantelado, todavía tiene una importancia significativa sobre su paisaje. Dispersas por todo el litoral, las antiguas azucareras trazan un recorrido en el que el viajero puede constatar su glorioso pasado. 

 
ALTERNATIVAS:
– RUTA CORTA: Desde la Fábrica de la Almudena (el resto, en coche). Recorrido 2,10 km. Altura máxima: 45 m. Duración: 1,5 horas. Dificultad baja. 
– RUTA LARGA: Desde el inicio. Recorrido 4,5 km. Altura máxima: 45 m. Duración: 3 horas, aproximadamente. Dificultad media. 
 
Esta ruta contempla buena parte de la historia de Motril a través de su relación con la caña de azúcar, un cultivo que la hizo prosperar de forma insospechada hasta alcanzar cotas de riqueza que recaudadores y piratas codiciaron durante mucho tiempo. Además, constituyó un tejido industrial que a principios del siglo XIX tuvo influencia económica en el resto de la provincia.
 
Las azucareras, que representan un silencioso testimonio del pasado industrial de la costa, aparecen dispersas por los caminos como antiguos gigantes abandonados.
 
El Museo Preindustrial de la Caña de Azúcar, en funcionamiento desde hace ya unos años, y los proyectos que existen alrededor de este cultivo, las han puesto de moda. Es precisamente en este museo donde comienza una ‘dulce’ ruta para el viajero que se prolonga aproximadamente durante 4,5 kilómetros. A la entrada de Motril (siguiendo la N-340), se alza suntuosa la Casa de la Palma, edificio que actualmente alberga la biblioteca municipal y la sede oficial de la UNED, pero que también acoge la historia de la caña en su época preindustrial (finales del siglo XVIII).
 
El antiguo ingenio de La Palma (fábricas que contaban con tecnología puntera de la época) guarda en su interior este museo interactivo en el que se hace un recorrido por los procesos de fabricación del azúcar. Hay que tener cuidado porque la señalización es prácticamente inexistente. La puerta está en el lateral izquierdo del edificio, en la calle Zafra, y está abierto de martes a domingo.
 
A continuación, se pasa de la extracción del azúcar en la época preindustrial para dar el salto a la época en la que reinaba el vapor (mediados del siglo XIX). La siguiente parada está muy cerca, en la Ronda de Poniente, donde se encuentra un edificio que se divisa desde lejos: la Azucarera de Nuestra Señora del Pilar, que albergará el futuro Museo Industrial de la Caña. Sus impresionantes instalaciones de 4.608 metros cuadrados, a las que se sumaban un barrio obrero de 27 casas y numerosas naves, son un testimonio insustituible de la época dorada de la industria azucarera motrileña.
 
En el camino que nace en su parte inferior, hay que seguir en dirección a la Fábrica de la Almudena, que se encuentra prácticamente en la mitad del recorrido. A través de un camino dificultoso en coche, pero agradable a paseo, rodeado de paz y algunos cortijos, se encuentra la Fábrica de San Luis, una pequeña instalación azucarera de primeros de siglo que, después de un funcionamiento irregular fue cedida a Destilerías Arehúcas, empresa canaria de ron que, hasta el cierre definitivo de la factoría en 1987 destinó toda su producción al destilado de melazas.
 
En la mitad del camino se encuentra la Fábrica de Nuestra Señora de la Almudena, conocida en la ciudad por celebrar en la actualidad bodas y banquetes, tras un proceso de restauración. Es el edificio que se encuentra en mejores condiciones. Existe la alternativa de llegar en coche hasta aquí e iniciar la ruta desde este punto hasta la impresionante Casa de los Bates.
 
Entre plantaciones de frutales subtropicales, se avanza acompañado en todo momento por los canales que rebosan de agua y, en muchos tramos, la vista del Mediterráneo y de la sierra de fondo. El camino lleva hasta la Fábrica de Santa Isabel. En la leyenda de la entrada, se recuerda al visitante que a mediados del siglo XIX en la zona de la costa de Granada y Málaga se produjo la mayor concentración de máquinas de vapor de toda Europa.
 
Al final del camino se encuentra el Cortijo o Casa de los Bates, que data del siglo XIX. Perteneció a una familia de abolengo de la costa que en su día la utilizó como residencia de verano. En su interior aún conserva la estructura original, aunque su uso ha cambiado y en la actualidad alberga un hotel íntimo y familiar de cuatro habitaciones que se usa para algunas celebraciones. Los extranjeros son los que más han valorado esta construcción, siendo frecuentes en su exterior las fiestas de boda. Desde allí se disfruta de una incomparable vista del delta del Guadalfeo y la vega. 
Pero el mayor interés lo revisten sus jardines, de los siglos XVIII y XIX y sus miradores árabes, del siglo XV. Su ‘generalife’ posee un trazado tradicional isabelino. En esta parte, son especialmente valiosas las alineaciones de palmeras y cipreses y su colección de palmas exóticas. Dos de los elementos más significativos son la fuente, con la copa de cerámica y el cenador de jazmines que, con sus arcos y columnas de cipreses, recuerdan a la tradición jardinera granadina.