A los muchos y variadísimos atractivos puramente físicos –visibles, tangibles– que atesora este precioso valle del río Fardes, hay que añadir la magia de su pasado, manifiesta también en cada rincón y en cada rambla, sobre los cerros grises, pelados, y sobre la alfombra verde de la vega.

Seguro que ha oído usted hablar –¿o lo ha leído?– sobre los dólmenes de Gorafe, o sobre los Baños de Alicún, o sobre la estela funeraria de Fonelas, o sobre los melocotones, especialmente dulces, de Villanueva de las Torres y de Benalúa, o sobre el paisaje lunar que envuelve, misteriosamente, toda la zona…

Todo eso, y mucho más, está en este valle de las huertas y de las alamedas, en donde las legendarias cuevas son todavía viviendas utilizadas con normalidad por muchos vecinos. Y por usted si quiere, porque actualmente hay bastantes cuevas preparadas especialmente para ser alquiladas, y pasar, así, unos días en la zona, que con toda seguridad perdurarán gratamente en el recuerdo.

Itinerario
Esta ruta tiene un cómodo acceso desde la Autovía A-92 tomando la salida de Benalúa, pues a tan sólo 4 km. se inicia el recorrido, en el pueblo de Benalúa. Para el resto del trayecto, sólo hay que seguir valle abajo, hacia el Norte, por la carretera local A-325 que, tras pasar Fonelas, enlaza con la GR-NE-36, que lleva hasta Alicún de Ortega. Conviene estar atento para –hacia la mitad de la ruta– desviarse a la derecha con el fin de visitar el Balneario de Alicún de las Torres y Gorafe.

El Valle del Fardes es una unidad geográfica claramente diferenciada y amplia, que actúa de colector de aguas de toda la zona Oeste de Guadix –cuenca Norte de Sierra Nevada, parte Este de la Sierra de Baza y los Montes de Guadix–, para verterlas, en tierras de Dehesas de Guadix, al Guadiana Menor.

El río Fardes nace por el Molinillo, en el engarce de Sierra Arana con la Sierra de Huétor, y discurre, rápido, barranco abajo, por tierras de Diezma, La Peza, Darro y Cortes y Graena. En la Hoya de Guadix, ya sosegado, recibe las aguas del río Alhama y del río Guadix, allí donde el valle se ensancha y la vega se hace vergel.

Tras regar, manso, los campos fértiles de Benalúa, se encamina con paso lento hacia Fonelas, cuya vega, de tupidas huertas y alamedas, alimenta igualmente. A partir de aquí el valle se hace más estrecho y las laderas, próximas, muestran la inigualable y extraña belleza de las tierras modeladas por una erosión brutal, cuyos colores grises hacen un contraste imposible con los verdes del valle. Las torres vigías que jalonan los cerros ponen la nota histórica en el paisaje.

Encañonado, pero con poca pendiente y entre cultivos de vega, baja largo trecho saludado sólo por las ramblas de sus márgenes, grises, jabonosas, pardas; resecas siempre. Cuando el valle comienza a abrirse de nuevo, por los Baños de Alicún y por los aledaños de Gorafe, las ramblas también se hacen más acogedoras y espaciosas. Pero continúa ahí, siempre cercano y amplio, el paisaje desconcertante, asombroso, de las tierras malas, por Villanueva de las Torres, por Alicún de Ortega y por Dehesas de Guadix, donde el Fardes se derrama en el Guadiana Menor para que lleve sus aguas, y las de toda esta tierra, al Guadalquivir.