El antiguo camino que nos conduce hasta los Llanos del Purche ha dejado paso a una carretera mucho más ancha que se asfaltó y ensanchó a raíz de la celebración de una cronoescalada en la Vuelta Ciclista a España del año 2004 en la que, durante 29,6 kilómetros, Santiago Pérez, en poco más de una hora, tuvo que doblegar a los demás ciclistas del pelotón.
Lo que no ha perdido en absoluto, que se lo pregunten a los ciclistas, es su pendiente ofreciéndonos unas magníficas vistas: el pueblo, al fondo; encima de nuestras cabezas, el Purche, el Cerro Sanatorio y el Cerrajón; de frente, la entrada a los Cahorros; y, debajo, la vega, en la que cereales y patatas van siendo relevados por habichuelas y cerezos –cultivos más competitivos en el mercado-.
No podemos continuar sin echar un vistazo a los cerezos en flor, por supuesto en primavera, de la zona de la Solana: sus flores blancas, arracimadas, son, verdaderamente, un espectáculo.
Al final desembocaremos en los Llanos del Purche donde antes, ahora hay canteras, se cultivaba cereal y en cuyas eras era trillado para pasar a ser triturado en los molinos del pueblo.
Como prueba de ello, veamos lo que nos dice Carl Voigt, viajero alemán, cuando se refiere a este lugar, en 1890:
“Al llegar a la llanura del Purche sentí una punzada de añoranza de la patria: ante mí aparecían zarzales, praderas, sembrados de centeno y patata, y también, en las márgenes de los arroyos, ricos pastizales, todo ello como en Alemania; y como fondo de esta hermosa vista, los gigantes nevados, tan cercanos que parece que se pudieran tocar”.