El Camino de los Neveros, fue utilizado por los arrieros que desde Granada subían a la Sierra en busca de hielo y es nombrado por todos los excursionistas de principios de siglo.
Hoy la ruta es mucho más transitable, entre otras razones porque, a principios de siglo, tratando de comunicar Granada con Sierra Nevada, se abre una vía por este camino, aumentando su anchura. Esta carretera, inaugurada el 30 de Septiembre de 1902, se construye bajo la dirección del ingeniero Rafael González Ferrer, director en Granada de la Real Compañía Asturiana de Minas, abriendo camino a dos grupos mineros de esta compañía: San Manuel y Niña Rosario.
Lo bueno es subirlo a pie o en bicicleta, para disfrutar del paisaje y para demostrarse a uno mismo de lo que es capaz. Arranca nuestra ruta de Los Rebites, en Huétor Vega, adonde podemos llegar en autobús urbano.
Frente al Centro de Exámenes de Tráfico, antes de un bar, hay una calle a mano derecha y, nada más entrar en ella, una cuesta a la izquierda. Es ya tierra y es, ya, el Camino de los Neveros. La pista va subiendo desde el principio ofreciéndonos vistas de Huétor Vega y un paisaje de tierra rojiza sembrado de viñas. A poco, el camino desciende ligeramente, aunque, al fondo, se ve cómo se eleva de forma alarmante.
Un desvío a la derecha nos llevaría a Huétor Vega pero nosotros seguimos recto contemplando el pueblo de Cenes de la Vega a la izquierda. Hemos llegado a los Tajos del Contadero donde, aprovechando el estrechamiento existente, los ganaderos procedían a realizar el conteo del ganado que, desde los pastos de Sierra Nevada, bajaba a Granada; no olvidemos que vamos, también, por una Cañada Real.
A partir de aquí afrontamos el tramo más difícil del recorrido: la Cuesta del Desmayo. El camino se empina, casi sin curvas, en tramos rectos que parecen no tener fin, sobre todo para los ciclistas. Lo mejor, si vamos andando, es descansar de vez en cuando y sentarnos en los bancos de piedra que, situados en estratégicos lugares, nos ofrecen espectaculares vistas del Valle del Genil.
Por fin llegamos a la Fuente de los Castaños y, con ella, al final de la subida aunque no podamos encontrar en la misma el consuelo de su agua, ya que está seca.
Desde allí queda poco al Purche que, al girar de una curva, divisamos frente a nosotros y que, al llegar al asfalto, queda a tiro de piedra. Han sido, aproximadamente, ocho kilómetros que, si nos parecen demasiado, podemos hacer en sentido descendente, eso sí, con la ayuda de alguien que nos suba, en coche, al Purche.
Desde aquí el camino sigue, por veredas, hasta llegar al ventisquero del Cauchiles, punto más elevado de abastecimiento de los antiguos neveros.