Nuestro itinerario va a ser un continuo descenso, toda vez que Trevélez es el pueblo más alto de la península. Todo el trayecto será siguiendo el curso del río, pero a media altura bordeando las lomas de los Peñoncillos, los Lores y los Cotos.
Saldremos del Barrio Alto, junto al lavadero, para cruzar rápidamente el río Chico, un pequeño ascenso con cruces de caminos forestales, que obviamos, hasta el cortijo del Visillo y después el barranco de la Bina. Pasamos un pinar y después un pequeño encinar y llegamos al cortijo de los Corrales, tras pasar una cancela de alambre, después el barranco y una pequeña subida hasta alcanzar de nuevo la pista forestal. Enseguida nos topamos con el conocido robledal de Trevélez, el cortijo de la roza García y una serie continuada de pequeños barrancos que vierten sus aguas en el río Trevélez: los Sanos, los Alisos y el Pajonal.
Pronto llegamos a la mina de hierro de Mª Cristina, nos situamos en la explanada principal y descendemos por una pista entre castaños, robles y encinas. Frente a nosotros, el Cerro del Conjuro y el Portichuelo de Cástaras nos aparecen sigilosos, el primero como queriendo esconder sus conocidas minas, el otro su coqueta población. Posteriormente nos encontramos un encinar, un sotobosque mediterráneo, la acequia de Busquistar y llegamos a la población.
Busquístar es una población alpujarreña bien conservada y de la que destacan especialmente sus terraos de launa perfectamente escalonados buscando el curso del río Trevélez. Su nombre parece hacer referencia a los lujuriosos bosques de encinas, robles y castaños que la rodean. Frente a ella, desafiantes, el Picón de las Carrihuelas y el Cerro del Conjuro con los restos de sus antiguas minas de hierro, lugar en el que las pilonas del tendido del cable, algunas construcciones y montones de tierra nos recuerdan un esplendor minero que acabó en 1974 con el cierre definitivo de las minas.
Entre Busquistar y Pórtugos hay tres parajes especialmente conocidos por los viajeros: Fuente Agria, El Chorrerón y La Mezquita. De los tres, La Mezquita es el menos visitado, ya que no se puede acceder hasta el lugar en coche. Para este lugar, uno de los yacimientos arqueológicos más antiguo de la Alpujarra, Eduardo Castro en su “Guía general de la Alpujarra” nos propone:
” …Una vez repuestas las fuerzas en la fonda de ”La Rotura”, el viajero estará ya en disposición de dirigir sus pasos hacia la Mezquita y emprender una de las más alucinantes excursiones de cuantas sea posible realizar en toda la Alpujarra. Emplazada sobre una abrupta atalaya de rocas, lo que las gentes del lugar definen como “ruinas moras” se encuentra a unos veinte minutos de marcha por un estrecho, serpenteante y accidentado sendero que, según la narración de Cuglieri, desciende “alfombrado de mastranzos, oréganos, hinojos y flores de digital”. Merece la pena el paseo a este otro monumento natural y anónimo de la Alpujarra, mucho más espectacular que la mayoría de los que cuentan con indicaciones turísticas en nuestros mapas de carreteras…”.