Mecina Bombarón es una población que sigue el esquema tradicional de ocupación del territorio de las alquerías musulmanas: pequeños núcleos de casas apiñados, separados por barranquetes o huertas con profusa vegetación.
En Mecina existen los siguientes barrios: Laujar, partido por la carretera en dos; Arraices, Iglesia Vieja, Algaida y Mezquita, por debajo de la carretera; por encima de la carretera están, de Oeste a Este, Corrales, Encinilla, Plaza Vieja, Castillo, Manzanos, Umbría, Barrio Alto y Casas Blancas. Tradicionalmente los barrios más importantes han sido los de Laujar, Plaza Vieja y Alto.
La construcción de la carretera fijó definitivamente la preponderancia y el crecimiento de Láujar, además en este barrio llegó a existir la única plaza de toros fija de toda la Alpujarra. Encinilla y Castillo eran antiguamente los barrios de los pastores por ser los más altos, así se evitaban éstos pasar con los ganados por todo el pueblo; este esquema se suele repetir por toda la Alpujarra, por ejemplo, La Platera de Bérchules y el Barrio Alto de Trevélez.
Otros elementos interesantes de visitar en Mecina son: el puente romano sobre el rio Mecina, encima de la población, la iglesia del s.XVII y casco antiguo de Golco, donde además existe una almazara antiquísima dotada de trojes, empiedro movido a sangre y viga, con tornillo sin fin al estilo romano. La tienda-taller de muebles y artesanía en madera “Abén-Aboo” que intenta recuperar con interés y acierto los muebles tradicionales alpujarreños.
El museo fotográfico de la Alpujarra y el mirador existente junto a la carretera en dirección a Bérchules, desde el que podemos ver la separación de cuencas hidrográficas Beninar-Guadalfeo, la Contraviesa, al frente, con el Cerrajón, a la izquierda Yátor, Cádiar con su río y su rambla, a la derecha.
Salimos de la parte alta de Mecina, por la plaza Vieja, por una pista que pronto abandonamos por la izquierda, a través de un sendero empedrado y que discurre junto a una acequia. La vegetación es espléndida. Más tarde atravesaremos un pinar y una viña.
Dejamos esta pista para coger un pequeño sendero que nos conduce al cortijo de Cortes. Desde aquí divisamos Bérchules, con su extraordinario verdor y su organización de cultivos en paratas regadas por una infinidad de acequias. Solamente debemos dejarnos caer, hay dos posibilidades de senderos, hasta el pueblo.
Callejeemos Bérchules, que bien merece la pena y bebamos agua en sus fuentes. Salimos por la carretera y bajamos por la izquierda buscando Alcútar, que en breve se nos aparece. Atravesamos este anejo tras observar su iglesia y sus fuentes.
En la parte más baja sale el sendero que, como en otras muchas ocasiones, se nos presenta con el típico empedrado. Hacemos un gran descenso, cruzamos el río y ya estamos en Narila. Nos acercamos a su iglesia, observamos las paredes de piedra que guardan pequeños huertos. Seguimos bajando junto al río y pronto entramos en Cádiar.