El encanto, la sencillez y la tranquilidad son las notas características de los pequeños núcleos de población que se sitúan entre La Alpujarra y el Mediterráneo y en los que aún impera la tradición andalusí. Muestra de ello son las atalayas y torres que todavía parecen seguir vigilando la costa.
En Gualchos, situado a los pies de la Sierra de Lújar, se encuentra el pueblo marinero de Castell de Ferro, una de las poblaciones pioneras en la oferta turística de la costa granadina. En él destaca el castillo islámico que, durante siglos, ha dominado la playa.
Sus ricas vides hacen de Polopos un importante centro vinícola de la provincia que, en época nazarí, debió pertenecer a la tahá del Gran Cehel, cuya cabeza era Almegíjar. A él pertenecen localidades como Castillo de Baños, que da nombre a su fortaleza defensiva, y La Mamola, en las que destacan torres vigía como la de Cautor (s. XVI).
El extremo sur del término municipal de Sorvilán, en el que se encuentran Los Yesos y Melicena, con su torre musulmana, se abre al litoral, participando de las suaves y templadas brisas de la zona.
Albuñol posee un pasado prehistórico del que es testigo de excepción la famosa Cueva de los Murciélagos, donde se hallaron un buen número de esqueletos con su ajuar funerario y restos de la indumentaria con la que estaban amortajados, pertenecientes al Neolítico.
Tuvo momentos de máximo esplendor en los siglos de la cultura andalusí, gracias a la eficaz explotación de sus recursos agrícolas. De esa época data la importancia del castillo nazarí de La Rábita, desde el que se contemplan las recoletas playas de las que también participan sus vecinos, los habitantes de El Pozuelo.