La carretera de Güéjar Sierra, aunque ancha, es revirada y tras abandonar las últimas casas, asciende de forma constante ofreciéndonos una preciosa vista de Pinos Genil y el río. Enseguida llegamos a la presa del Pantano de Canales donde no estaría de más parar de nuevo. Los coches corren demasiado y si no paramos nos perderemos la mitad de las cosas. La presa se llena de gente cuando salta la noticia de que el pantano ha rebosado.
Aunque no esté rebosando sigue siendo un espectáculo ver el Púlpito sobresaliendo de las aguas e imaginar las ruinas del antiguo pueblo de Canales bajo las mismas. Por cierto, existía aquí una fortificación musulmana de la que, desde abajo, ya que ascender a su cima es tarea imposible, se aprecian restos de muros de mampostería en sus caras N y SE.
Este mismo camino siguió, en 1895, Elías Pelayo y así lo recoge en su libro “La Suiza Andaluza”:
“El cultivo de esta parte del barranco del Genil y toda la margen izquierda del mismo es más esmerado y su aspecto más risueño que la otra margen en que está el camino, donde apenas hay más que algunos olivos y pastos hasta llegar a Güéjar Sierra a excepción de los alrededores de Cenes y Pinos Genil el primero situado en la expresada margen y el segundo a uno y otro lado del río unido por un puente de medio punto que debe ser de antiquísima construcción…Por este sitio pasamos a eso de las siete de la tarde llegando sin novedad, después de anochecido, a Güejar Sierra, por cuya razón no pudimos ver la rica y bien cultivada vega de este pueblo, situado a la mayor altura de todos los que hay por esta parte de la Sierra, y enfrente del cual pudimos admirar a la vuelta de la excursión el hermoso bosque de castaños, encinas y robles, que cubren sin dejar siquiera ver el suelo, la margen izquierda del río Genil”.
Poco antes de entrar en Güéjar Sierra un camino nos lleva al Barrio Alto y, una vez allí, podemos bajar hacia el núcleo principal del pueblo o seguir, por camino de tierra, pasando por la Fuente de los Dieciséis Caños, hacia el Collado de la Cruz de la Trinchera y el Cortijo de la Argumosa para desembocar en el Pantano de Quéntar.
Aunque no se haga entero, merece la pena subir hasta el collado, son menos de dos kilómetros, porque las vistas son impresionantes: el pueblo de Güéjar, el valle del Genil, el castañar, el pantano de Canales, la carretera de la sierra….