Mientras que el instructor da los últimos apuntes antes de la expedición, Álex y María, con el neopreno hasta el cuello, se miran a los ojos y recuerdan aquella primera vez. Fue hace dos años, y pese a que no era su bautismo en el arte de bucear, sí que tenían esa mágica sensación que esconde un cruce de miradas. Una mirada distinta, bajo la presión de litros y litros de agua salada y en compañía de tortugas gigantes tinerfeñas.

Hoy repiten. Y lo hacen en casa, gracias a Buceo La Herradura, una empresa granadina situada en una de las zonas más famosas de España por la belleza de sus fondos y la placidez de su clima durante todo el año: la Costa Tropical de Granada. Más de 15 años avalan su experiencia y la han convertido en centro de referencia para miles de buceadores.

Una vez que el instructor ha terminado de dar todos los avisos y recordar las claves y señales vitales para la inmersión, invita a la tripulación a prepararse. Poco a poco, casi religiosamente, los diez clientes se ayudan unos a otros a colocarse correctamente los plomos, el oxígeno, las gafas y el resto de útiles vitales. Antes de dar el zambullido, les dirige la palabra otra vez: "Amigos, aquí está la vida". Choff, al agua.

Durante 50 minutos, los submarinistas pudieron disfrutar de los secretos más profundos de la costa granadina. En concreto, hicieron una expedición por la zona de Cantarriján. "Con suerte veremos delfines e incluso algún pez Luna, la reina del lugar".