Las fiestas navideñas son fechas familiares en las que casi nada queda fuera de los ritmos que marca la tradición, aunque cada vez estén más salpicados por el consumismo industrial. No obstante, aún quedan pequeños enclaves en los que sus vecinos se agarran al llamado ‘espíritu rural’ en días tan señalados. En la provincia de Granada, una de esas grandes familias vecinales en las que aún se pide el aguinaldo y se cantan villancicos por el pueblo es Gor, sita en la comarca de Guadix y el Marquesado.
Junto a la antigua calzada romana de la vía Hercúlea, después llamada Augusta, cuyos rastros son aún visibles en el municipio, los cerca de 350 vecinos de Gor -si se suman los de los anejos son más, aunque no llegan al millar- viven estas fechas entre mantecado y mantecado, y preparando los villancicos que cantarán en la misa del Gallo. Son típicos de la localidad y los cantan los propios vecinos que durante los días previos a la fecha se reúnen para ensayar.
Río y cuevas
Además de disfrutar de estas tradiciones, el viajero podrá deleitarse con paisajes diferentes y con una arquitectura en la que destacan la iglesia del siglo XVI; la plaza mayor, con soportales castellanos; la fuente de los Siete Caños; los antiguos lavaderos públicos y los restos del castillo medieval, sobre el que los duques de Gor levantaron un impresionante palacio del que ya no quedan muchas huellas.
Al viajar por estas tierras el aventurero podrá descubrir sorprendentes estampas de alineaciones de casas y cuevas en el ancho y profundo Cejo del río Gor. Esas casas y cuevas pertenecen a los anejos con mayor población: Las Juntas, Cenascuras y Las Viñas son los principales. Este municipio se completa con otros dos núcleos poblacionales: Los Balcones y la Rambla de Valdequín.
Después de darle a la pandereta y la zambomba también se puede dar un paseo por la Sierra de Gor, que está integrada por innumerables parajes naturales como la Loma del Quemado, los Prados del Rey, la Piedra del Escarmiento, el Cerro de los Frailes, el Pozo de la Nieve o el Pino del Nieto, un gigantesco ejemplar centenario.
Y entre excursión y excursión es interesante charlar con los goreños y disfrutar de su amabilidad.