El carmen de Abén Humeya está dedicado al caudillo morisco de la rebelión de las Alpujarras. En realidad se trata de dos casas moriscas dedicadas hoy a restaurante y, por tanto, de libre acceso a sus jardines y patios. Es muy recomendable visitarlo durante la velada.
La entrada nos lleva a un jardín desde el que accedemos a la primera de las casas, adosada a su vez a un torreón zirí, que encierra un aljibe del que se ha dejado un registro con restos de macabrillas árabes encontradas en sus proximidades. El patio morisco tiene pequeña alberca y está porticado exclusivamente en las crujías norte y sur, similar a lo observado en la casa de la calle Horno del Oro.
En las habitaciones lo más destacado es la espléndida armadura de la sala principal del piso superior. A su vez, el jardín se organiza en diversos niveles y se ha ambientado con pequeños detalles modernos de buen gusto y tradición entre los que destaca un mirhab con leyenda que recuerda al ilustre visitante que lo concibió.
La segunda vivienda está adosada a otro torreón zirí que veremos desde la calle Guinea, pero que aquí lo encontramos enrasado con los jardines del carmen conformando un espléndido mirador. Desde él una vez más el Palacio Rojo, pero su mayor interés está, por lo inédito de la visión, en la imagen que nos llega del alminar almohade -hoy campanario- de la iglesia de San Juan de los Reyes. Su graciosa figura y sutil decoración contrasta con los ciclópeos volúmenes del convento de la Presentación.