En la lucha por el agua también han surgido grandes obras arquitectónicas y en la localidad de Huéscar se localiza precisamente una de ellas. Sobre el agua hay cientos y una anécdota y leyendas en este municipio rural del norte de la provincia granadina. Incluso alguna labrada en torno a mulos y sus arados para arrebatar el ansiado líquido de una finca a otra, pero sin lugar a dudas la obra más emblemática y sobre la que se ha escrito e investigado más es sobre el Canal de Carlos III.
El Canal de Carlos III y el Puente de las Ánimas, concebido como un acueducto del primero, son en estas tierras las principales figuras representativas de la ingeniería civil del s. XVIII. El Canal de Carlos III tiene mucha historia. Tal y como recuerdan en la página web del Ayuntamiento de Huéscar se trata del nunca finalizado y siempre interrumpido proyecto del canal del Reino de Murcia, también denominado Canal de Bugéjar, que constituía un muy ambicioso plan de ingeniería para llevar las aguas de esta zona hasta las tierras murcianas. Esta idea empezó a fraguarse ya por el siglo XVI, según la costumbre, de esos años de crear canales en la península. En tiempos de Felipe II se desecha esta aspiración, no iniciándose las obras hasta 1633 pero pronto se «colapsan». Desde el inicio no faltó ambición en este proyecto que incluso se pretendía que llegara a ser navegable.
Los inicios
En el campo, concretamente en las fuentes del río Guardal es donde arranca este canal con siglos de historia. Con un ramal secundario que pretendía recoger las aguas del río Castril para después, y atravesando el término municipal de Huéscar y cruzando el campo de Bugéjar, entrar por la zona de Topares en el reino de Murcia. Siempre por tierras y campos en los que hoy es aconsejable pararse a disfrutar un poco de la vida y del aire sano.
Entre siglo y siglo y años y años, el proyecto interminable sufría determinadas actuaciones. Durante el siglo XIX todavía se mantuvo el «sueño» del canal, aunque cada vez más el proyecto se fue limitando al riego de las tierras de Huéscar, prescindiendo del trasvase hacia Lorca y Cartagena, tal como recuerda el Consistorio oscense.
Gracias a esas propuestas y las idas y venidas entre Murcia y Huéscar se conoce que en el siglo XIX cuando se hizo una revisión de lo que se había construido y se repasó el siglo anterior, se habían construido un total de 29 kilómetros de canal en diversos trozos separados desde las fuentes del Guardal hasta la entrada del campo de Bugéjar. Estaban sin abrir 11 kilómetros y medio hasta Topares, los cuales -y la finalización de las obras pendientes- permitirían regar 50.000 fanegas de tierra en dicho campo, 3.500 en Huéscar y otras en Orce, Castilléjar y Galera.
Posteriormente se continuó haciendo cálculos de aguas, de construcciones… A partir de 1846, finalizada la guerra carlista, volvieron a realizarse nuevas solicitudes, y en 1878 Francisco García Dueñas obtuvo la concesión de Canal de Bugéjar, para el aprovechamiento en la comarca de las aguas de los diferentes ríos. El proyecto del Canal de Bugéjar, que se llamaría según los periodos políticos de Amadeo I y de la Infanta Mercedes, se incluyó en el plan Gasset de 1900 y se propuso incluso que se llamara Canal de Primo de Rivera.
Después llegó la real orden de 22 de diciembre de 1926 que incluía, según cuentan el estudio para la «llevada de las aguas de Castril y Guardal a los campos de la provincia de Almería» y comenzó y continuó la lucha por el agua desde la vecina Murcia. Dos años más tarde llegó otra real orden con la que tampoco hubo acuerdo y en 1930 hubo otra revisión y nuevos proyectos. Lorca siempre estuvo reivindicando «sus derechos históricos».
En la década de 1970 se realizarían nuevos proyectos, que desembocaron en la construcción del pantano del Portillo en el río Castril y el pantano de San Clemente en el río Guardal, ambos interconectados por un túnel. Con estas obras se hizo cálculos para garantizar el riego de 17.000 hectáreas en la comarca de Huéscar y un posible trasvase a la cuenca del río Almanzora en Almería y a la cuenca alta del Guadalentín. En esta lucha no estaba sólo Granada y Murcia, Almería siempre estuvo también presente.
El recorrido
En este tiempo las obras del canal estaban más que abandonadas. En el paisaje quedaron los restos de un gran proyecto que nunca se acabó, pero dejó para el recuerdo una obra de ingeniería. Aún así, las piedras y construcción de este canal aún se aprecian. Según explican desde el ente municipal pueden verse todavía la presa en el nacimiento del Guardal, totalmente aterrada así como la toma de derivación del canal. Próximo a ella se observa la obra de fábrica de la cimentación del canal desde la carretera que se dirige al pantano de San Clemente.
Desde allí tuerce hacia el este para cruzar el barranco de Raigadas cerca del cortijo de las Ánimas, hacia Campofique. El Puente de las Ánimas, sobre el que transcurre hoy la carretera dicen que fue construido para el canal. Cerca de él se localizan las Cuevas del Canal.
El Consistorio también explica que el canal cruza la carretera local de Huéscar a Santiago de la Espada en el kilómetro 10. Al llegar al cerro Trompeta se dirige al sur, paralelo a la carretera, y faldeando la sierra de Perico Ruiz y del Muerto. En ese punto hay solamente una explanación del canal, sin ninguna construcción, y a veces se conservan cercos de piedras que, según la tradición, corresponden a los hogares para la comida de los obreros.
Con algunos de los mapas en la mano, los técnicos recuerdan como el canal continúa faldeando este monte hacia el este y al noreste, a pocos kilómetros de Huéscar. Esa dirección hacia el noreste la continúa hasta cruzar el río Brabata cerca del cortijo del Doctor, torciendo luego hacia el sur para bordear la sierra de la Encantada o de Jubrena. En el tramo correspondiente a Puebla de Don Fadrique están marcados dos ramas del canal. La vista desde Fuencaliente muestra la hendidura del canal en la falda de la sierra de la Encantada.
Por estos municipios, en algunos lugares indicados aún sus restos con algún cartel visible transcurrió este gran canal hasta dar con los desniveles que hay en Topares, y que debían ser salvados por una mina para mantener la misma cota -antes llana-. Supusieron un obstáculo insalvable, según los entendidos.
Como se puede comprobar el Ayuntamiento de Huéscar tiene muy documentado un canal que nunca se acabó, pero fue y es grande, muy grande.