Desde la calle Horno del Oro nos dirigimos directamente al Paseo del Rey Chico a través del puente del Aljibillo. Según la tradición por este lugar huyó Boabdil, -el Rey Chico de las crónicas- hacia Dar-al-Horra, donde vivía su madre, cuando escapó del cautiverio al que lo tenía sometido su padre, el rey Muley Hacen, en la Torre de las Infantas. Es una melancólica explanada felizmente recuperada de un estado degradante.
En ella se sitúa el edificio del Rey Chico, una reciente construcción racionalista realizada en ladrillo visto y que ha sido muy criticada porque se ha considerado por ciertos sectores inadecuada con el entorno. Este edificio -dedicado hoy a Centro Municipal de Arte Joven– sustituyó a otro de poco valor, en el que se ubicó durante el franquismo un local de ocio, que como buena representación del modelo de burdel-espectáculo de la época, fue mitificado por ciertos sectores de aquella sociedad.
Otra construcción de signo muy diferente es el carmen de los Chapiteles, que aparece en la Plataforma de Ambrosio de Vico, con el nombre de Casa del Moro Rico y que perteneció al Gran Capitán. Tiene amplios jardines, un hermoso patio, armadura ochavada en la escalera y buenos alfarjes en las habitaciones.
De gran interés son los caminos peatonales que desde aquí se inician y que están muy imbricados con las tradiciones de Granada. La cuesta de los Chinos es un trayecto que a pesar de su fuerte pendiente es delicioso de hacer, porque discurre por parajes donde la historia, la orografía y la vegetación parecen haberse detenido en la Edad Media. Por esta razón ha sido uno de los parajes más representados en la pictografía granadina y sirvió hasta principios del siglo XX como lugar de paso de cortejos fúnebres que accedían al cementerio.