Uno de los antiguos lavaderos públicos que en la actualidad se mantienen en el barrio del Realejo, es el lavadero de la Puerta del Sol, enclavado en la placeta homónima desde la que se tiene una impresionante vista panorámica sobre los tejados de la ciudad baja, en la que destacan especialmente la torre inacabada y la cúpula de la catedral.
Su denominación procede de su cercanía al primitivo lugar que ocupó la Puerta del Sol árabe, según los vecinos data de época judía y permaneció en servicio hasta 1965, ya que su suministro era atendido por un cañero específico.
Aparece como un templete cubierto por una armadura de madera a dos aguas reforzada por tirantes internos y protegida al exterior con tejas árabes, estructura que, realizada a imitación de las gráciles obras del siglo XVII, aparece sostenida por seis columnas dóricas procedentes de una ermita desamortizada que existió al Norte de la actual plaza.
Estos soportes apoyan en otros tantos pedestales rectangulares, unos y otros realizados en piedra de Sierra Elvira (salvo dos de ellos, que han sido rehechos en ladrillo), y todos ellos unidos mediante un poyo bajo de cantos rodados unidos con cemento, que delimita un suelo enlosado con barro cocido en forma de espina de pez en el que se incluyen unos canales de evacuación originales y por tanto muy desgastados.