El Museo del Agua de Lanjarón se asienta al borde del cauce del río, siendo puerta de entrada al Parque Natural de Sierra Nevada por el pintoresco camino que se adentra en las altitudes de los parajes montañosos de Tello o Ventura.
El edificio se divide en tres salas. En la primera se puede conocer el recorrido del agua como recurso natural desde que comienza su andadura en las altas cumbres de Sierra Nevada, en forma de nieve, hasta que desemboca en el Mar Mediterráneo, pasando por el cauce de ríos y acequias, así como por acuíferos de aguas subterráneas del término municipal de Lanjarón.
En la segunda sala se dan a conocer los distintos usos que los vecinos de Lanjarón le han dado al agua como recurso económico. También se muestran el sistema de regadíos tradicionales de la Alpujarra y los sistemas de careo, los tratamientos del Balneario de Lanjarón y los procesos del la planta embotelladora. En la tercera sala se ofrece la historia de la localidad a través de imágenes.
El agua procedente de Sierra Nevada se canaliza en el museo a través del río y una acequia de riego que alimenta un lavadero público próximo, y las plataformas agrícolas del valle. El museo se estructura en torno a estos trazados históricos a los que se vinculan tres nuevas láminas de agua conectadas entre sí y abastecidas por la acequia de riego. El llenado de los estanques se produce a través de dos derivaciones realizadas sobre el canal que vierte sus aguas en un pabellón de madera y en una plaza arbolada. En el interior, una de las naves recuperadas para museo se inunda con agua sobrante del pabellón de madera. El circuito natural del agua se cierra en la plaza donde se reconduce hasta el río para continuar su camino hacia el mar.
Estética singular
El espacio situado delante del Museo del Agua está salpicado de 17 naranjos de sombra. El suelo, de troncos de madera de eucalipto, se inunda temporalmente con el agua de una acequia. La lámina de agua extendida sobre los troncos da un aspecto irreal a las antiguas naves ya que parecen flotar como ruinas rescatadas del agua que emergen del subsuelo. Los cambios físicos de este espacio, motivados por las crecidas o bajadas del caudal de agua de la acequia, producen también diversos efectos como refrescar el ambiente o proporcionar una sensación de calor al quedar los troncos al descubierto.