Lugros

Por tres veces se prenden los ñchiscosñ en Lugros, hogueras populares que arden después de buscar en el monte ñbolisnasñ y leña: San Antón (17 de enero), la Candelaria (2 de febrero) y San Blas (3 del mismo mes). Comer chacina o patatas asadas y degustar el buen vino de la tierra es habitual alrededor del fuego. En Navidad se mantiene la tradición de sortear qué vecino cuidará del Niño Jesús ese año, debiendo el afortunado cederle una habitación de su casa, que se adorna adecuadamente, y obsequiar con dulces y licores a quienes acudan a cantar villancicos ante la imagen. Con todo, lo más curioso es la costumbre de celebrar la Resurrección de Cristo con estruendo de cencerros, cacerolas y trompetas hasta altas horas de la madrugada, iniciativa que comenzó un año en el que las campanas de la iglesia se habían cuarteado y se enviaron a arreglar. Al día siguiente, Domingo de Resurrección, las mujeres portan al Niño, que busca afanosamente a su madre, y una vez en la plaza sacan una imagen de la Virgen y se produce un emotivo encuentro entre ambos. El día de Santiago se sale a la sierra a comer y la noche de San Juan buscan los jóvenes lugares donde bañarse.

Historia

Yacimientos arqueológicos encontrados y otros vestigios permiten suponer que en esta zona hubo asentamientos humanos desde la Prehistoria, aunque como población se inició en la época del Imperio Romano pues el nombre proviene del latín ñlupusñ que significa lobo (animal que debió ser muy común por este lugar) y que derivó en luberos, lubros y ahora Lugros. Restos de una antigua herrería, casi desaparecida, dan testimonio de esta etapa histórica. Durante el periodo nazarita fue una alquería dependiente de Beas de Guadix (entonces Beas de los Cautivos) y tras la conquista por los Reyes Católicos en 1489 fue repoblado con cristianos viejos que se esforzaron en hacer desaparecer todo lo relacionado con los musulmanes; de ahí, posiblemente, el ritual de las matanzas caseras y la producción de vino que ha alcanzado gran calidad aunque sea pequeña.