El punto más bajo del castañar es el Berral, donde se encuentran el río de Jérez con el de Lanteira, a 1.100 m, desde aquí hasta el Área Recreativa de la Tizná, situada a 1.600 m, hay una distancia de 10 km aproximadamente. En su primer trayecto el castañar está muy deteriorado, debido al abandono y a la influencia negativa que las minas de Alquife ejercieron sobre el mismo: nubes de polvo y bajada del nivel de la capa freática. Más arriba, junto al caserío, el abandono del cultivo producido por la emigración de mineros y campesinos a Barcelona, han cerrado la maleza sobre el curso del río, haciéndolo difícilmente practicable. No obstante, si tras realizar el trayecto que proponemos, el caminante se anima a hacerlo completo, contará con nuestro apoyo, nosotros lo hemos hecho en variadas ocasiones y hemos disfrutado. Así pues, el trayecto que proponemos, si no ocupa el total del castañar, sí nos ofrece una buena representación del mismo, y se realiza en el medio natural, aunque tiene dos posibilidades para iniciarlo. La primera sería la de salir de la Plaza de la Constitución, continuar por la calle Alcázar hasta llegar a la señalización de un sendero de Pequeño Re-corrido, bajamos por el histórico camino de Alcázar hasta la fuente del Chortal donde nos deleitamos con el sonido tintineante del chorro de agua al chocar con la piedra. Entre el agua, el canto de los pájaros y la sombra de álamos y castaños, ¡quién se resiste a dejarse abrazar por el entorno! ¡Muy insensible habría que ser! Continuamos por el río, remontando, y disfrutando de una riquísima vegetación, sin darnos cuenta llegaremos al Ramblón, punto de conexión de las dos propuestas.
La otra también parte de Jérez, del que salimos andando por la carretera de Lanteira. Enseguida nos encontramos con un molino harinero, “el Molino del Alguacil”, del que destacan sus grandes muelas. A continuación parte una pista señalizada a la derecha, que será objeto de nuestra atención en próximas excursiones. Seguimos por la carretera, dejando a nuestra izquierda el caserío del Barrio del Cerrillo. Pronto llegamos a un puente-acueducto, lo pasamos y la vegetación del barranco nos acaricia el rostro con su lindo frescor. Seguimos caminando. A la izquierda, la fuente Terrones nos saluda con la exquisitez de su agua. Seguimos penetrando en el barranco y ya hemos llegado al paraje del Ramblón. Dejamos la carretera y bajamos hasta una pequeña explanada. Aquí se celebra anualmente la fiesta de San Juan y San Pedro. Se comen las primeras cerezas, se bebe y se alterna con vecinos y amigos y, ¡cómo no!, se les compra a los niños los primeros turrones. Observemos el increíble tronco de castaño que hay en la explanada. ¿Cuántos brazos de personas se necesitan para rodearlo? Éste fue testigo, a buen seguro, de la guerra de los moriscos y el posterior repartimiento de sus propiedades entre los nuevos pobladores.
Hay una tercera posibilidad de comenzar este recorrido. Sería la de salir de la Plaza de la Constitución, bajar por el mirador hasta “la laera”, otra de la vías históricas de comunicación entre Jerez, el barranco y Alcázar. Su especial atractivo radica en que es una senda ancha que va descendiendo entre paratas, muros de piedra vista y huertos. Al poco, a su izquierda, podemos acceder a los restos arqueológicos del conjunto del “huerto el castillejo”, fortaleza que aún conserva aljibes y muros de lo que fue un conjunto defensivo y residencial del cadí de Guadix, sobre un importante meandro el río. Ascenderemos por el cauce hasta “el Chortal” primero y el Ramblón, después. Comenzamos nuestro trayecto por el barranco propiamente dicho pasando por debajo del puente. El río no nos va a impedir en ningún momento que progresemos en nuestro caminar, aunque eso sí, debemos de ir pasando a izquierda o derecha del cauce, según lo vayamos necesitando. Un impresionante bosque de galería nos acompaña: berros sobre el agua, mastranzos, helechos, mimbres, fresnos, alisos, ciruelos, guindos y castaños, fuentes de agua cristalina o ferruginosa, avancemos, pronto nos encontramos con un pequeño azud que capta el agua para la acequia. Más adelante otra captación a la izquierda, es la de la balsilla del Partior, de la que hablaremos con más atención en otra excursión. De inmediato nos encontramos con la primera de las cuatro centrales eléctricas que nos acompañarán. Ésta primera es la más grande. Impresiona su arquería de ladrillo, su gigantesca cimentación y fortísimo muro de contención. Seguimos nuestra marcha. A la derecha, sobre un altozano, observamos algunas instalaciones del camping La Lomilla.
Pronto llegamos a un ensanchamiento del barranco en el que podemos disfrutar de un merecido descanso mientras admiramos los magníficos ejemplares de castaños, hemos llegado a la junta de los ríos Alcázar y Alhorí, en el centro, la Loma de Enmedio. A partir de aquí podemos seguir por cualquiera de los dos barrancos deleitándonos con el agua y la vegetación de ribera. Nosotros vamos a preferir el barranco de Alcázar por la mayor anchura de su cauce, más agua y mayor número de castaños. Así que, mirando a las cumbres de la sierra, cogemos el barranco situado a nuestra izquierda y emprendemos nuestra marcha. Seguimos saltando alternativamente a un lado o a otro del cauce, aprovechando los meandros y llanetes de sedimentación que va formando el agua. Observamos cómo los castaños que se alejan del cauce, escalando la ladera, han sido objeto de atención por parte de los agricultores que les construyen una pequeña albarrada, pared de piedra seca, para retener el suelo ante las posibilidades de erosión. Nos llama la atención el gran número de ejemplares sanos que hay en estas alturas. Si nos fijamos con interés observaremos a ambos lados, pequeñas acequias, “cecolillas”, construidas por los “regaores” para efectuar las labores de riego de castaños y alamedas. Es posible que nos encontremos por el camino con grupos de vacas, ganadería que en estos últimos años está proliferando en demasía por la sierra y que de seguir aumentando su número creemos que va a hacer muchos destrozos en infraestructuras, bosques y plantas. Seguimos caminando y nos fijamos en la organización de las plantas rupícolas y el bosque de galería: musgos, lenteja de agua, raíces rojas de sargas y sargatillos, trébol, diente de león, cola de caballo, mimbres, sargas, álamos, castaños y por último encinas y pinos. De nuevo ante nuestros ojos las ruinas de una nueva central eléctrica que tiene un tejado a dos aguas y unas potentes vigas de hierro cerrando el forjado del techo. Seguimos caminando e inmediatamente nos encontramos con los restos de la tercera central eléctrica. Está construida con tejas y ladrillo rojo, destacando especialmente los dinteles rojos de puertas y ventanas. Cada central lleva adosada una o dos viviendas para trabajadores y guardas, cada una de ellas consta de varias habitaciones, un corral para el mulo y el ganado, gallinero y varios bancales de cultivo para atender las necesidades de la familia. No faltan los árboles frutales que complementan la dieta alimenticia: cerezos, perales, ciruelos, membrillos, servales y parral. La vegetación, puesto que vamos subiendo lentamente va ofreciendo leves cambios, hasta aquí nos han acompañado los helechos y majoletos, ya no los volveremos a ver. Cortijos y corrales de ganado nos aparecen de tanto en tanto. Nos siguen sorprendiendo las diferentes parcelas que el río ha ido construyendo a ambos lados con los limos arrastrados desde la alta montaña dando lugar a islotes de frondosidad donde álamos y castaños se han adaptado extraordinariamente, dando lugar a un ecosistema singular. Cortijos y corrales de ganado nos aparecen de tanto en tanto, recordándonos la vieja unión hombre-naturaleza. Seguimos caminando, vamos a ver los últimos grupos de castaños con diez o quince ejemplares, los troncos siguen teniendo un grosor considerable. A partir de aquí veremos los ejemplares más sueltos, con el tronco más delgado, también desaparecerán los cerezos silvestres, síntoma inequívoco de la altura.
Las encinas casi quieren beber en el lecho del río, aparecen entre los aluviones rascaviejas, cornicabras y lechetreznas, estamos llegando al final de nuestro recorrido. Ante nosotros el Área Recreativa La Tizná, de nuevo una “Junta de Ríos”, aquí coinciden el arroyo del Barranco Ciruelillos con el del Barranco del Sabinar, constituyendo ambos, como sabemos, el río Alcázar. Aquí volvemos a encontrarnos con las ruinas de una central eléctrica, de la cual debemos destacar la curiosa técnica constructiva de la cubierta, ajena a las técnicas constructivas locales, y consistente en un conjunto de pequeñas lajitas de pizarra cuadradas, enlazadas unas con otras por engarces de metal. Debajo una capa de material aislante y después tablazón. La cubierta es a dos aguas, destacan las grandes alfangías del techo. Aún queda otra central eléctrica, que el autor en su infancia vio en pleno funcionamiento, pero está al otro lado de la loma, en el río Alhorí, debajo de la Casilla Ballesteros. La dejamos para otro itinerario.