Jamón y naturaleza para chuparse los dedos. Es lo que ofrece Trevélez, conocido en el mundo entero (dirían los más amantes de su pueblo) por sus jamones y por ser el pueblo más alto de España ñunos 1.476 metros. Es una buena época para visitar la veintena de secaderos de jamones o parajes como ñculo-perroñ y zonas como El Chorrillo, así como disfrutar del calor de la chimenea y de una rica gastronomía.
Casi todo el mundo conoce de las bondades de este jamón, que en 1862 la reina Isabel II permitió que llevara el sello real, pero no tantos saben que este rincón de la Alpujarra granadina también es pregonado por los lienzos y obras del pintor José Ortuño. Cuentan las gentes del terreno que más de uno ha venido a preguntar por los castañares o por los parajes que el artista paseó por algunas de las galerías más prestigiosas del mundo.
Trevélez tiene poco más de 900 habitantes que reciben a los viajeros con agrado. Los dueños de secaderos como Vallejo, Los Álvarez, Los González o El Chorrillo (hay más) explican gustosos cuál es el proceso de cura (artesanal y natural) y después les invitan a una pequeña cata de jamón. En sus calles empinadas y estrechas, herencia de su origen árabe, también se pueden comprar algunas jarapas. Ya no se hacen en el pueblo, aunque sí hay algunos telares en Pampaneira, Bubión y Ugíjar.
En cualquiera de los tres barrios (alto, medio y bajo), el viajero va a encontrar un buen restaurante donde degustar jamón, migas, plato alpujarreño, trucha, pan casero y embutidos. Mesón Joaquín, bar Castellón, Araicel, Piedra Ventana o la Fragua son sólo algunos.
Paisajes
Desde Trevélez también se pueden hacer interesantes rutas que van a permitir al paseante deleitarse con vistas tan impresionantes como la que ofrece el paraje conocido como ‘Culo-perro’ (llamado así porque tiene la forma del culo de un perro) desde donde se divisa el pueblo, la sierra y los castaños, que todavía están dando fruto.
Otra de las salidas puede ser a la ermita de la Virgen de las Nieves, que está en el Mulhacén. Trevélez también cuenta con un río truchero y numerosas acequias. Después de los paseos, los que se queden en alguna de sus casas rurales podrán disfrutar del calor de la chimenea y del silencio de la sierra.